
Hablemos claro
Una nueva injusticia me vuelve a sorprender. Justo cuando pensaba que no había ley más denigrante que la aprobada por el estado de Arizona en 2010 (SB1070) mejor conocida como “Ley del odio” en la que se considera sospechoso de crimen a todos los que por su aspecto puedan parecer inmigrantes, aparece la ley de Alabama (HB56) en la que no solo se obliga a policías a arrestar indocumentados, sino también busca que se anulen contratos hechos por ellos y lo que es peor aún, que no se les permita a las escuelas dar educación a los hijos de estos. Lo más inaudito de todo es que la jueza que aprobó esta ley, Sharon Blackburn, es de ascendencia europea, y que todos los miembros de su familia materna fueron inmigrantes indocumentados en algún momento.
¿No es acaso un gesto hipócrita de su parte negarle a alguien algo a lo que ella tuvo derechos? Ella recibió educación gracias a que no existían leyes como esta que atentan contra los derechos humanos.
Yo estoy de acuerdo con que se tengan que tomar medidas para darle fin a la gran cantidad de indocumentados, lo que me parece de locos es que se tome este tipo de medidas de carácter racista y la falta de sensibilidad a un tema que afecta a tantos.
Mientras dos de cada 20 niños en las escuelas sean hijos de padres indocumentados y las leyes impuestas sean no para mejorar la situación para todos los afectados (nativos e inmigrantes) sino para segregar a un grupo que en su mayoría son hombres y mujeres trabajadoras que contribuyen a la economía del país, seguirán sembrando el miedo y dolor entre la población, una población que desde sus inicios ha sido cultivada por quienes ahora ellos niegan: inmigrantes.